martes, 31 de enero de 2012

 Humberto Fierro 
 MEDARO ANGEL SILVA 



Humberto Fierro, Ecuador, 1890

Humberto Fierro,   Ecuador, 1890


El fauno

Canta el jilguero. Pasó la racha.
Entre los mirtos resuena el hacha.

La rosa mustia se inclina loca
Sobre su fuente, cristal de roca.

El fauno triste de alma rubia
Tiene en sus ojos gotas de lluvia.


Siringa

Turbó tu risa de cristal sonoro
Al mirlo que habló perlas al jardín,
Y el Céfiro sahumaba de jazmín
Alborotando tu cabello moro.

Bajo la nervazón del sicomoro
El Grifo festoneado de Verdín,
Prorrumpió en un alegro de violín
Al inundar tu ánfora de oro . . .

Pan chispeaba sus ojos, en acecho
Del nacarado ritmo de tu pecho . . .
Y al ocultarse de él como de un tigre

En el margen del río, a poco trecho,
Te trocaste en la caña de que ha hecho
Su flauta azul a que la tarde emigre!


De sobremesa

Desdeñais la moral y el alma pública . . .
Todos sabéis, amigos y poetas,
Platón nos desterró de su República
Con guirnaldas de rosas y violetas.

A la sombra de un arco se le viera
Platicando en amor y poesía,
Y en los banquetes del divino éra
La mejor vianda su filosofía.

Somos hijos del tiempo, para el gusto
De las filosofías y las cosas;
Pero siempre veremos en su busto
La guirnalda recíproca de rosas.


Tu cabellera

Tu cabellera tiene más años que mi pena,
¡Pero sus o­ndas negras aún no han hecho espuma . . .
Y tu mirada es buena para quitar la bruma
Y tu palabra es música que el corazón serena.

Tu mano fina y larga de Belkis, me enajena
Como un libro de versos de una elegancia suma;
La magia de tu nombre como una flor perfuma
Y tu brazo es un brazo de lira o de sirena.

Tienes una apacible blancura de camelia,
Ese color tan tuyo que me recuerda a Ofelia
La princesa romántica en el poema inglés;

¡Y un corazón del oro . . . de la melancolía!
La mano del bohemio permite, amiga mía,
Que arroje algunas flores humildes a tus pies.

El Alma En Los Labios


El Alma En Los Labios

Para mi amada
Cuando de nuestro amor la llama apasionada,
dentro de tu pecho amante contemples extinguida,
ya que sólo por ti la vida me es amada,
el día en que me faltes me arrancaré la vida.
Porque mi pensamiento lleno de este cariño,
que en una hora feliz me hiciera esclavo tuyo,
lejos de tus pupilas es triste como un niño,
que se duerme soñando en tu acento de arrullo
Para envolverte en besos quisiera ser el viento,
y quisiera ser todo lo que tu mano toca;
ser tu sonrisa, ser hasta tu mismo aliento,
para poder estar más cerca de tu boca.
Vivo de tu palabra y eternamente espero,
llamarte mía como quien espera un tesoro.
Lejos de ti comprendo lo mucho que te quiero,
y besando tus cartas ingenuamente lloro.
Perdona que no tenga palabras con que pueda,
decirte la inefable pasión que me devora;
para expresar mi amor solamente me queda,
rasgarme el pecho, Amada, y en tus manos de seda,
dejar mi palpitante corazón que te adora.

Medardo Angel Silva

http://youtu.be/9JOVy6iiClI

http://youtu.be/idXSx-FBslI

El alma en los labios

http://youtu.be/4_TiaO4d514

videos

 http://youtu.be/PkwgW2HuEng

Generación decapitada

La Generación Decapitada fue una agrupación literaria, formada por cuatro poet jóvenes ecuatorianos en las primeras décadas del siglo XX.
Dos guayaquileños, Medardo Ángel Silva y Ernesto Noboa Y Caamaño y dos quiteños, Arturo Borja y Humberto Fierro, fueron los precursores del Modernismo en el Ecuador. Estos cuatro escritores fueron grandemente influenciados por el movimiento modernista de Rubén Darío y la poesía simbolista francesa de finales del siglo XIX. Todos leyeron en su lengua original a emblemáticos bardos franceses como: Baudelaire, Victor Hugo, Samain, Rimbaud y Verlaine.
A esta generación se la denominó «decapitada» por el hecho de que todos estos poetas murieron a muy temprana edad, Silva a los 21, Borja a los 20, Fierro a los 39, Noboa a los 38; y porque la muerte de los cuatro fue por mano propia. Cabe destacar el hecho de que aunque ellos se conocieron en vida e incluso se dedicaron poemas mutuamente, nunca se reunieron para crear propiamente una agrupación literaria.
El término «generación decapitada» nació a mediados del siglo XX, cuando algunos periodistas e historiadores ecuatorianos decidieron nombrarla al notar similitudes poéticas entre estos autores.
Muchos de los poemas de Medardo Ángel Silva de su libro El árbol del bien y del mal pueden ser escuchados en la música del cantante ecuatoriano Julio Jaramillo, como por ejemplo el poema El alma en los labios, que Silva escribió días antes de su muerte y que estaba dedicado a «Su amada», dejando así en claro su estilo de poesía depresiva, melancólica, llena de hermosos versos de amor extremis llamando tal vez sin querer a la muerte en forma de musa inspiradora.